Los dos imperdibles: ¡Capas que no se ven!
Bordeados por largas playas de arena, estos cabos costarricenses poseen una notable belleza natural. A veces púrpura, a veces amarillo, es un auténtico juego de colores.
La elección es suya: camine por el sendero de la aduana o súbase a la bicicleta, y hay rutas que unen los dos cabos.
Antes de subir a los Cabos, haga una parada en Pléneuf-Val-André, encantadora estación balnearia con múltiples facetas: el encanto de una estación balnearia del siglo XIX mezclado con sus dunas salvajes, sin olvidar el pequeño puerto típico bretón de Dahouët.
Sugerencia: un paseo por los "lagos azules" del puerto de Erquy.